Mi cuerpo pedía a gritos que me desahogase, aunque fuese delante de
aquella mujer con la que apenas había tratado en persona. Es curioso, pero a
veces no sirve de nada que la gente de tu círculo te escuche: suele haber
inútiles prejuicios de por medio, suelen pecar de conocerte demasiado y así
pensar que te dan el consejo perfecto. A veces sólo necesitas a alguien que no
conozca tu alrededor, una persona ajena a tu entorno que esté cerca de ti aún
en la distancia… Alguien que todavía guarde a su Peter Pan para ir contagiando
verdaderas sonrisas de niño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario